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Porque luchamos por una nueva sociedad, todos a CONSTRUIR, DISPUTAR Y EJERCER una universidad al servicio del pueblo
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¿EN QUÉ HA ESTADO Y EN QUÉ ESTÁ AHORA EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL?



Un balance para afrontar con claridad el segundo semestre

El siguiente artículo es la primera parte de una discusión más amplia, donde en primera instancia veremos elementos sobre la maniobra que ha seguido el movimiento estudiantil respecto de la publicación de pliegos reivindicativos o programáticos, mientras que en la segunda abordaremos directamente el contenido de estos documentos desde el 2010 hasta hoy.
Previo a la marcha del 5 de Septiembre en nuestras facultades e institutos muchos fueron los compañeros que planteaban que no estaba claro en qué estaba el Movimiento Estudiantil y más específicamente la CONFECH, en tanto organismo coordinador de las Federaciones Universitarias. Sin embargo esto no significa que las distintas apuestas políticas no estén operando en el escenario, sino que somos nosotros como estudiantes los que pasivamente hemos dejado pasar algunas cuestiones importantes.

Sin ir más lejos, ese mismo 5 de Septiembre luego de una marcha que oscila entre los 25 mil y 80 mil asistentes (dependiendo de si le creemos a la intendencia o a la propia CONFECH), se presenta públicamente un documento elaborado principalmente desde la UC, intentando tomar todos los insumos producidos por el Movimiento Estudiantil.

El documento se genera después de un primer semestre en que la conducción de la movilización estudiantil ha estado supeditada al contexto electoral y esta no es la excepción, pues el objetivo del mismo no tiene que ver con preparar al movimiento para una disputa o un escenario de negociación en posición de fuerza, sino para presentar a la ciudadanía (y a los candidatos) las “posiciones programáticas del movimiento estudiantil”.

En el CONFECH del 28 de Septiembre se determina una nueva fecha de Movilización para el 17 de Octubre, caracterizada en el marco de las elecciones donde se planteará que los conflictos sociales no se resuelven sin la participación de los actores sociales. Habrá que esperar cómo reaccionan nuestros espacios a este evento.

¿Por qué se ha supeditado la coyuntura estudiantil al contexto electoral?


Más que hacer una crítica a priori de electoralismos o de oportunismos, lo importante es reconocer cuáles son las lecturas y prioridades de las fuerzas más visibles y con mayor fuerza en la CONFECH. Para nuestra Universidad es relevante la posición de la UNE, de Izquierda Autónoma y de las JJCC.

En primer lugar, destaca que estas 3 fuerzas tienen apuestas parlamentarias: La UNE con Sebastián Farfán en Valparaíso; Izquierda Autónoma levantó 3 candidatos, Gabriel Boric por Magallanes, Francisco Figueroa por Ñuñoa y Daniela López también por Valparaíso; las JJCC tienen diversos candidatos al Parlamento, pero las más vinculadas al Movimiento Estudiantil son sin duda Camila Vallejo por La Florida y Karol Cariola por Recoleta e Independencia.

En segundo lugar, la UNE tiene como candidato Presidencial a Marcel Claude y apuesta por una CONFECH que sea abiertamente crítica a la candidatura de Bachelet, mientras que las JJCC claramente apuestan a lo contrario. Por su parte, si bien la Izquierda Autónoma no ha explicitado su apoyo a ninguna candidatura presidencial, ha sostenido una política cuyo eje central es mantener al movimiento estudiantil en la palestra mediática, apostando a su visibilidad en un contexto electoral y planteando ya en el mes de Mayo que el Gobierno de Piñera acabó y que por tanto no había nada concreto que disputar este año más que tensionar el escenario electoral desde el movimiento social.

Es precisamente por estas prioridades y por estas apuestas que hacia abajo la línea del movimiento se ha traducido en marchas periódicas que no buscan instalar ninguna reivindicación (o lo que es lo mismo, instalar cualquiera o instalarlas todas) y que luego del 5 de Septiembre ha desaparecido del mapa.

En nuestra Universidad el primer semestre se habló de una escalada ascendente de movilizaciones que tuvo dos expresiones: espacios que estuvieron en paro para alimentar la coyuntura nacional (como la Facultad de Derecho) y espacios que estuvieron en paro y/o toma tanto en base a las convocatorias nacionales, pero también en función de sus propios conflictos internos (Artes Centro, INAP, FAU, Bachillerato, Ciencias, etc). Sin embargo, si recogemos las declaraciones de nuestros dirigentes en todas las marchas del año, advertimos que nunca hubo un correlato con estos pequeños escenarios de lucha y que nunca se sobrepasaron las mismas banderas que se enarbolaron el 2011 (Educación Gratuita, Renacionalización de los RRNN) que hoy al ser simples consignas han sido absorbidas por algunos candidatos presidenciales sin mayores aportes programáticos.

Por tanto, en términos prácticos y en términos de contenidos, la movilización estudiantil este 2013 ha estado orientada a responder al escenario electoral más que a las lecturas sobre las necesidades y proyecciones de una lucha estudiantil antagónica al modelo.

Volviendo a los documentos del CONFECH: 2011 al 2013


Si queremos evaluar correctamente la última maniobra del CONFECH es necesario hacerlo en términos de su forma, de su significado político en la coyuntura, pero también en términos de su contenido y todo ello en perspectiva histórica.

El año 2011 se generó un petitorio en medio de las movilizaciones que atravesaban a todo el país, secundarios y universitarios en paros y tomas. Se inició con el ultimátum que hace la CONFECH al Gobierno cuyo plazo para responder sería el 21 de mayo de ese año.

En julio el Gobierno responde con el GANE (Gran Acuerdo Nacional por la Educación) que daría lugar a una mesa de negociación donde no se generó ningún acuerdo ni voluntad de ceder por parte del Gobierno. Frente a esto, la conducción (representada ese año fuertemente por las JJCC) presenta el GASE (Gran Acuerdo Social por la Educación), documento que no tuvo mayor repercusión entre los compañeros sino que fue generado precisamente en función del posicionamiento mediático que debía sostener el movimiento en conflicto.

El movimiento del 2011 comenzó a decaer luego de 7 meses de movilización donde, sumado al desgaste propio de cada espacio, se introdujeron presiones desde el Gobierno con respecto a la pérdida de beneficios socioeconómicos y del mismo año académico, donde muchos secundarios efectivamente perdieron el año por no acogerse al Plan Salvemos el año escolar.

A inicios del 2012, donde la vocería del movimiento estuvo centrada en Gabriel Boric (UCH, Izquierda Autónoma) y Noam Titelman (UC, NAU) se comenzó a hablar ya en enero de que este sería el “año de las propuestas”. El primer semestre estuvo marcado por el lobby en el Congreso y por la generación de propuestas técnicas principalmente en materia de reforma tributaria para financiar la educación gratuita.

Las marchas en comparación con el año anterior empezaron a decaer en cuanto a convocatoria (no volvimos a los 200 mil en la calle) pero sobre todo fueron caracterizadas por las vocerías como espacios de encuentro con un cariz eminentemente pacífico. La procesión hasta Estación Mapocho que terminaba en venta de chelas y cumbia en vivo, la pérdida del carácter de protesta de las marchas del movimiento.

El segundo semestre se inició con la tesis del Agosto Movilizado, propuesta principalmente de Izquierda Autónoma y la UNE, que consistió en un llamado a levantar las movilizaciones a nivel nacional y a generar una posición de fuerza que permitiera ganar ciertos puntos estratégicos que constituirían ganadas morales para el movimiento, como la derogación de los DFL que impiden la participación estudiantil y que afectan fundamentalmente a los compas de instituciones privadas.

Se emite un documento llamado “los 5 puntos” que no generó mayor repercusión y los paros no pasaron más allá de la primera semana de septiembre.

Este año, el documento presentado el 5 de septiembre tiene más bien el carácter de un programa que el de un petitorio, es decir, busca sentar las bases de un modelo educativo desde la mirada de los estudiantes más que demandas inmediatas que apunten a un enemigo en la coyuntura actual. Se plantean como propuestas a discutir por la ciudadanía y claramente permitiría a la conducción entablar un debate más directo con las distintas candidaturas.

El hecho de que el documento tenga un carácter programático implica que introduce algunas novedades interesantes: incluye propuestas para el educación parvularia, básica y media y se posiciona en debates más amplios, como la renacionalización del cobre, reforma tributaria y terminar con las AFP.

¿Cómo evaluar desde nuestros espacios esta maniobra?

Los objetivos que tenía el documento eran abrir la discusión programática sobre educación en el “mundo social” y reposicionar al movimiento estudiantil en el escenario nacional. Sin embargo, destacan las dificultades operativas que tuvo la CONFECH tanto para la elaboración del documento como para la logística de la movilización:

- Se pretendía entregar el documento en una marcha fijada para el 29 de Agosto, cuestión que debió posponerse luego de que se vieran las dificultades de convocatoria y que el documento aún no existía. La fecha de la marcha se cambia para el 5 de Septiembre y la convocatoria se concentra en Santiago.

- La última versión del documento se termina la noche antes de la Marcha, por lo que no fue la misma versión que algunos (muy pocos) espacios alcanzaron a discutir.

- La marcha, por otra parte, fue recaracterizada en el CONFECH del 31 de Agosto, donde se incorporó con fuerza que la Marcha sería también por los 40 años. De hecho circularon dos videos, el primero sobre las consignas generales del movimiento estudiantil (Gratuidad, etc) y otro especialmente dedicado a los 40 años llamando a la Marcha, con Benjamín Vicuña incluido. A dos días de la marcha no estaba claro exactamente por qué sería. Para la mayoría era simplemente una marcha CONFECH a la que hay que asistir si o si.

- La ACES se desmarcó del documento, en palabras de su vocera Isabel Salgado “nos restamos de lo que ha sido la propuesta lanzada desde el CONFECH, porque creemos necesario que se siga trabajando y se siga profundizando en las demandas pero con todos los sectores de la sociedad”, cuestión que llama la atención cuando precisamente en el documento se plantea que “no es un recetario final, es una invitación a debatir la educación que queremos”. ¿Es un documento que abre efectivamente el debate? ¿Es un documento que ha logrado dinamizar en función de su creación la discusión de los diversos actores sociales y del movimiento estudiantil? A nuestro juicio eso no ha ocurrido y en base a las discusiones de los últimos plenos y Confech, nadie aspira a que el contenido del documento siga siendo revisado por las bases estudiantiles al menos este año.

En contraste con estos elementos el presidente de la U. de Valparaíso dijo que “este documento contiene la maduración más convergente del movimiento estudiantil respecto de lo que sería una propuesta educativa. En este documento está la educación gratuita, la democratización de nuestras instituciones, la forma en la cual queremos desmunicipalizar sin privatizar, la forma en la cual queremos que el Estado se relacione, la vigencia del CRUCH como una organización, cómo queremos que sea la institucionalidad educativa en Chile, esperamos que haya una respuesta desde el mundo social, que se sientan convocados por este documento y hacemos un llamado al respaldo de este documento”.

¿Qué ocurrió en algunos espacios de JGM?: 


La mayoría de nuestras facultades volvió de vacaciones la última semana de Agosto, otras no tuvieron vacaciones y por tanto hasta la semana de la marcha todavía habían espacios cerrando semestre. Dentro de este escenario fueron muy pocas las asambleas y pocos los compañeros que discutieron el documento. En los espacios donde se discutió se criticó que este no fuera el documento final a sólo días de la marcha.

Con respecto a la maniobra, entonces, si para la conducción este documento es una evolución o un avance, para nosotros es más bien un síntoma del estancamiento e incluso retroceso del Movimiento estudiantil, que no ha sido capaz de salir del marco de las candidaturas y abrir un debate real sobre la crisis de la educación que en nada se ha superado, pues para ello se requiere una actitud de lucha, un movimiento que salga a la calle a demostrar la fuerza necesaria para transformar y no sólo para hacerle guiños a las diversas candidaturas o para ser el simple telón de fondo de dirigentes que no se han hecho cargo precisamente de las tareas fundamentales del período.

El argumento de “el documento no se ha discutido” que planteó la ACES es así mismo débil, pues el problema no radica necesariamente en cuántas asambleas efectivamente se realizaron para la construcción del documento hoy, sino las razones por las cuales se prioriza apurar un documento en vez de potenciar la discusión en los espacios de base. Si estuviéramos en un escenario de conflicto donde una negociación exige respuestas rápidas y certeras, la discusión estaría puesta más en el contenido del documento más que en el cómo se validó o construyó, por ejemplo.

El objetivo de mantener al movimiento en la palestra mediática es más bien mezquino, pues en este momento lo fundamental es acondicionar a nuestros espacios para hacerle frente a lo que será la iniciativa programática del próximo Gobierno de Bachelet, profundizando nuestras demandas, recomponiendo nuestros lazos territoriales, generando capacidades de lucha frontal en contextos de protesta y generando experiencias de lucha en nuestros espacios que den vida a la necesidad de luchar y construir otra educación.

Como estudiantes tenemos la tarea de tensionar no solo al modelo, sino también a nuestros representantes en todos los niveles para que efectivamente el Movimiento Estudiantil vuelva a ser un actor en lucha. No podemos seguir asistiendo a las manifestaciones por costumbre, no podemos seguir esperando a que nos convoquen a una asamblea para discutir ni que los Centros de Estudiantes por sí solos materialicen las actividades o iniciativas que a veces se nos ocurren pero que no concretamos. Es cierto que los últimos meses la pasividad nos ha carcomido las ganas. Es momento de romper también con nuestra pasividad.


Cultura Revolucionaria: Comandante Tamara

Septiembre se acerca y vemos como ya distintas agrupaciones políticas de izquierda comienzan a conmemorar el 11 de septiembre como un momento de reflexión y crítica al abuso de los derechos humanos por la dictadura militar desde 1973. La primera pregunta que nos puede surgir en este contexto es ¿por qué se reivindican con tanta fuerza los 40 años “del golpe” y no ocurrió lo mismo hace unos años con los 40 años del “triunfo de la Unidad Popular”?
Puede ser que nuestra memoria ha sido marcada más a fuego por las derrotas que por las victorias en el último medio siglo, sin embargo, ya hemos aprendido tras 20 años de pacto democrático que de la derrota sólo se sale luchando. Es por ello que en estas fechas no recordamos la muerte de combatientes pues no son para nosotros “víctimas” sino compañeros que asumieron las consecuencias de su actuar contra la dictadura, tampoco las “injusticias” cometidas contra nuestro pueblo porque también sabemos que esas no acabarán hasta que no levantemos por todos lados en nuestro país un proceso revolucionario que no necesite pedirle justicia a organismos que hoy responden a los intereses de los que ostentan el poder.
Es necesario aprovechar entonces cada Septiembre chileno para traer a nuestra memoria las vidas, las acciones y proyectos políticos que no suelen traerse a la palestra, historias de la construcción de un Proyecto Revolucionario en Chile. Destacamos en ese contexto el legado que encarna Ceclia Magni, más conocida como la Comandante Tamara.
Estudió Sociología en la Chile, vivió como cualquiera de nosotros la U pero en plena década de los 70’s, donde la represión post golpe militar la llevó a la necesidad de organizarse y protestar contra el régimen. Más tarde entraría a militar en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y aunar fuerzas contra la dictadura de Pinochet. Sacrifica su maternidad y la relación con su familia (padres pinochetistas) en base a un análisis del rol que era necesario que jugara en pos de conseguir cambios radicales que torcieran el rumbo del país.
Entre sus tareas más relevantes al interior del Frente, destaca su alzamiento contra el poder de las poblaciones, su gran capacidad logística en operaciones político militares y, particularmente, su rol en el atentado contra Pinochet en 1986. Fue asesinada en 1988, cuando se encontraba en la región del Maule dispuesta a tomarse la población “Los Queñes” a manos de cuatro efectivos de carabineros que obviamente hoy se encuentran absueltos por la justicia.
La comandante Tamara destacó por su entrega y valentía en momentos donde organizarte te podía costar la vida. Es por eso que a la hora de reivindicar su figura, no sólo se saluda su tenacidad o constancia, sino la disposición a asumir una táctica política que no le caía bien a las fracciones de la izquierda que en ese entonces ya pactaban la transición democrática del arcoíris. Cuando Cecilia Magni plantea que “la lucha es la única forma realista y válida de cambiar el rumbo del país” no está hablando de una concepción idealista de la política, sino todo lo contrario, pues es sólo la definición política y no sólo identitaria la que permite abordar la construcción de una nueva sociedad como una tarea seria, actual, necesaria y posible.
En memoria y honor de los que lucharon toda su vida por una sociedad nueva…


“Ni un minuto de silencio, toda una vida de combate”

Aunque JGM se vista de seda…




Para sorpresa de todos, este segundo semestre por fin se inauguró el primer aulario del campus JGM, cuya construcción se enmarca en el Proyecto Bicentenario, el cual desde sus inicios estuvo marcado por conflictos y diferencias. El año 2008 se firmó el primer convenio de desempeño entre la Universidad y el gobierno. El campus JGM sería el conejillo de indias de una nueva forma de otorgar financiamiento a las universidades que consistía en un contrato en el cual la universidad se compromete a cumplir con ciertos objetivos pre-definidos y el gobierno se compromete a ir  financiando una parte de los recursos requeridos para ello.


En el caso del campus JGM el proyecto de “Revitalización de las Artes, las Humanidades, las Ciencias y las Ciencias Sociales” tenía por objetivos centrales. El primero consistía en mejorar la infraestructura del campus, mediante la construcción 2 nuevos aularios, un auditorio, una nueva entrada por Grecia, entre otras propuestas. El segundo tenía que ver con un mejoramiento de la gestión y en el quehacer docente en las carreras involucradas.

Los estudiantes de JGM levantaron una fuerte crítica hacia esta nueva forma de financiamiento, que hoy se extiende a todas las Universidades del país. En la actualidad hay más de 30 convenios vigentes entre el gobierno y diversas universidades a nivel nacional (incluyendo privadas) que han utilizado el mismo esquema que se inauguró con el Proyecto Bicentenario en JGM.

¿Cuál es el problema de los convenios de desempeño? El primero es que comprometen el autofinanciamiento de parte de los proyectos (para lo cual JGM se endeudó a largo plazo); y el segundo es que el financiamiento que recibe la Universidad por parte del gobierno para este plan de Revitalización se reduce al cumplimiento de objetivos acotados para su potencia en el mercado. Los mecanismos de desempeño permiten, además, el financiamiento con recursos estatales a instituciones privadas.

Hoy existen estas nuevas salas que claramente mejorar las condiciones de estudio de muchos compañeros que el primer semestre tuvieron que andar por distintos espacios consiguiendo sala (como sociales) o que tuvieron que arreglárselas en salas donde definitivamente no cabían (como en Filo). Pero no olvidemos que el horizonte sigue siendo el 100% de aporte basal  de libre disposición para las universidades estatales, que permita el total desarrollo académico de las universidades en función de un proyecto que busque generar conocimiento para la transformación social y no para la mera sobrevivencia institucional como es hoy día.

Por otra parte, sigue abierta la pregunta de por qué JGM necesito esperar un semestre con las salas llenas para tener estas salas siendo que otras facultades tienen amplias condiciones de infraestructura. Acá entra la forma en que se distribuye el presupuesto al interior de nuestra universidad. La Chile centraliza una parte muy acotada de sus recursos para distribuirlo entre sus facultades, lo que ocasiona que carreras más rentables como es FEN o BEAUCHEFF puedan obtener los recursos necesarios para su desarrollo, mientras facultades menos rentables en el mercado como Ciencias Sociales o Filosofía persistan en la postergación. Entonces, es necesario también disputar distribución centralizada del presupuesto de nuestra universidad, que permita el desarrollo de todas las áreas del conocimiento. Esta es la única manera de construir una universidad que impacte en la sociedad y sea capaz de transformarla abordando las principales problemáticas que la aquejan, desde todos los campos del saber.

De la lucha aislada a la disputa transversal: a golpear los pilares del modelo en la Chile


Para nadie es ajeno que durante el último tiempo la vocación social y el carácter público de nuestra universidad han sido cuestionados. Desde la discusión en torno al proyecto de las pedagogías hasta las distintas movilizaciones durante el primer semestre, como la de Bachillerato cuestionando el sentido del programa, son algunos de los ejemplos que han dejado entrever que el discurso social con que la Chile se viste bajo el predominio de las lógicas mercantiles con las que funciona.
Las tensiones de una institución que, sometida al autofinanciamiento debe buscar mecanismos para sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo, se extienden desde las condiciones de infraestructura y materiales con que contamos para estudiar, hasta el sentido y funcionamiento de nuestras carreras.
Si bien podemos decir que durante el primer semestre nuestros compañeros han evidenciado de forma más clara esta problemática, y con ello levantado conflictos a fin de denunciar y disputar el carácter de nuestra universidad, aún es bastante lo que nos resta por aprender y construir. Para saber dónde apuntar con más fuerza, entendemos como  tarea para este segundo semestre  la necesidad de saber cómo opera la segmentación, la precarización del conocimiento y el negocio educativo: pilares del modelo que desde la lucha por lo nacional identificamos también dentro de la universidad.
Asimismo, es necesario pasar de las demandas aisladas de cada facultad, programa o instituto a la elaboración de un pliego a nivel de universidad que exprese la construcción de un proyecto de universidad que se haga cargo de las necesidades populares, pero que además brinde las condiciones materiales para hacerlo.
Como estudiantes debemos tomar parte activa en la elaboración de este proyecto: preguntarse por el rol que ocupan nuestras disciplinas en la sociedad, la manera en que éstas se transforman en una herramienta para el desarrollo y mantención del pueblo. No implica sólo ser capaces de disputarle a la institución el proyecto que queremos, sino que también empezar a ejercer una disciplina distinta que elabore conocimiento pensando en las necesidades sociales.

Organizar y sumar más compañeros en la construcción de este proyecto y hacer de esto una tarea permanente es un objetivo principal pues sólo así lograremos construir una fuerza que sea capaz de disputar y ejercer la universidad y educación que queremos.

Balance Primer Semestre del 2013

Balance Primer Semestre

Durante el primer semestre del 2013 asistimos a una nueva coyuntura estudiantil a nivel nacional  y a nivel de la Chile, caracterizada por procesos de paralización y toma de establecimientos.  Si el año 2011 fue el año de la masividad, el 2012 el año de las propuestas, este 2013 ha sido hasta ahora caracterizado principalmente por una dispersión, expresada en la escasa articulación de los estudiantes en pos de un objetivo común, la carencia de una táctica pre-definida y la ausencia de una estrategia hacia donde seguir.  Esta dispersión ha afectado tanto a la lucha a nivel nacional como a los incipientes procesos de disputa que se han iniciado al interior de la Universidad de Chile. Ni el CONFECH ni el Pleno FECH han sido capaces de ejercer una fuerza conductora que dirija los esfuerzos de los estudiantes dispuestos a luchar hacia un norte claro.
Vimos como el primer semestre desde las dirigencias de la CONFECH el énfasis estuvo en hablarle al mundo de “los políticos” antes que a lo estudiantes mismos que constituyen sus bases. Así, de facto se ha impuesto una línea que ha puesto los esfuerzos en la “mediatización” de la lucha y la interpelación hacia candidatos presidenciales como tarea primordial. Desde las conducciones progresistas se ha generado un camino donde el movimiento depende cada día más de la capacidad de ceder que tenga un futuro gobierno y la mal llamada “clase política”, más que de su fuerza propia para empujar los cambios que busca concretar. Esto configuró un escenario donde la CONFECH ya no necesitó más a los estudiantes para realizar la maniobra. La táctica que se impuso de facto busca usar la institucionalidad como herramienta principal para concretar las demandas y no necesita por tanto de la fuerza estudiantil organizada, de ahí que los paros y tomas levantados por los estudiantes que buscaban mantener a flote al movilización se terminaron cayendo por falta de sentido y objetivos comunes.
A nivel de la Chile en particular se iniciaron diversos procesos que cuestionaban las manifestaciones de los pilares del modelo educativo en nuestra Universidad. Hubo facultades en los que por primera vez – en la corta, pero intensa historia de lucha –comenzaron a librar disputas tanto dentro como fuera de nuestra universidad. En Sociales se inició una crítica a la precarización de las carreras y un cuestionamiento al sentido del conocimiento. Mientras que en otros espacios como Ciencias pusieron énfasis en la falta de infraestructura y condiciones mínimas para estudiar (falta de libros en la biblioteca, falta de espacios techados para los estudiantes, etc.). En esta misma línea en Bachillerato se cuestionaron expresiones más propias de este problema como el acceso y la competencia generada por la distribución de cupos.
Estos procesos dan cuenta por un lado de una problemática común y estructural a toda nuestra educación: la mercantilización del conocimiento y por otro de un problema que afecta a toda la Universidad de Chile: la ausencia de un proyecto claro de Universidad y de sociedad.  A pesar de ello la dispersión del escenario ha impedido aún articular estas incipientes movilizaciones en una lucha común y decida por transformar la Universidad de Chile. El potencial de lucha manifestado en los compañeros dispuestos a transformar se mantiene disperso y sin una conducción común.
De este modo el principal aprendizaje que nos deja este primer semestre tiene que ver con la necesidad de dotar a nuestra capacidad de movilización de un norte común y claro que apunte a seguir enfrentando los pilares del modelo educativo en todas sus expresiones, a avanzar hacia transformación concreta a nivel de la Chile y a no desviarse de la acumulación de fuerzas que necesitamos para vencer.










¿Y este segundo semestre? ¿Qué?

Frente al escenario de dispersión que primó durante el primer semestre vemos la necesidad de tener objetivos claros para enfrentar este nuevo momento. En términos generales creemos firmemente que este segundo semestre debemos tener como objetivo principal el acumular fuerzas para enfrentar el reacomodo del modelo en lo político. En ese sentido no podemos permitir que se acentúe el desgaste de fuerzas producido por las lecturas erradas que primaron durante el primer semestre.
No es posible volver a  repetir errores como convocar a marchas sin objetivos definidos, entregar documentos que nadie ha discutido o mirar constantemente lo que ocurre en lo mediático como si fuera un indicador de las fuerzas del enemigo. Así, hacemos el llamado a superar las visiones cortoplacistas que se proyectan sólo hasta noviembre.  Después de las elecciones nuestro enemigo – el modelo económico – saldrá fortalecido, con mayor legitimidad, un gobierno con una cara más amable y un camino abierto para implementar medidas que vendrán a profundizar y mejorar el modelo educativo que tanto hemos venido criticando. ¿Y nosotros? Si seguimos en el camino trazado hasta ahora nos encontraremos con un movimiento estudiantil desgastado, disperso y con una enorme distancia entre las conducciones y sus bases.
Por eso planteamos la necesidad de reconstruir nuestra fuerza y acondicionar nuestras capacidades no únicamente para enfrentar la coyuntura electoral como se ha planteado hasta ahora, sino para anteponernos a los pasos del enemigo y construir la capacidad efectiva de iniciar una nueva ofensiva con objetivos claros, unidad en la lucha y una cohesión interna que nos permita en algún momento materializar la necesaria radicalización.
En ese sentido tenemos que ser capaces de mantener nuestra capacidad de disputa contra las manifestaciones del modelo educativo, canalizándola en procesos que nos permitan ir sumando más compañeros, acumulando experiencias y claridades y generando aprendizajes para la movilización.
Hemos visto como hasta ahora se ha desaprovechado el potencial que puede tener el unificar los diversos cuestionamientos que se han levantado al interior de la Chile y se ha obviado la posibilidad de actuar en unidad para enfrentar el problema común que nos afecta diariamente.
Porque la Chile no puede seguir siendo una universidad donde la pretensión de cambiar el mundo y de tener un rol social sea nada más que un bonito discurso. Porque el conocimiento no puede seguir relegado y siendo útil a la mantención de las condiciones que favorecen a los mismos de siempre. Porque los problemas de INAP, Bachillerato, Artes Visuales, Sociales y todas las facultades no pueden seguir esperando en un segundo plano. Porque no pueden continuar las grandes diferencias entre facultades rentables y las facultades empobrecidas.  Debemos alzar un proceso que nos permita ir fijando demandas comunes para transformar nuestra universidad entera.  Llamamos entonces a los estudiantes  que se movilizaron el primer semestre a llevar a la acción de una  vez por todas la idea de la unificación.
Creemos que es momento de definir claramente qué demanda vamos a impulsar en la universidad, apostando a sumar compañeros en el proceso y a ir sumando fuerzas, manos y claridades para vencer.

En el campus JGM tenemos la tarea urgente de generar claridades en pos de este proceso en nuestras asambleas, unificar nuestras posiciones en espacios de discusión comunes al campus y ser capaces de irradiar esta necesidad en conjunto con el resto de los espacios de la universidad. Lo decimos con claridad: es momento de pasar a la acción y dar de una vez por todas una lucha decidida al interior de la Chile. 



Editorial: Septiembre

Septiembre en Chile está marcado por dos hitos históricos. El primero, la conmemoración del golpe militar de 1973 y el segundo las celebración de las fiestas patrias. El 11 de septiembre se ha vuelto tradición para los sectores de izquierda el juntarse a recordar los caídos, la muerte y la derrota. De la segunda se puede decir que no hay mucha variedad, sale a flor de piel en la mayoría de los chilenos esa extraña identidad patriótica que en realidad tiene más que ver con empanadas y  chicha que con un proyecto común.
Pero más allá del perdón, las miles de conmemoraciones y las críticas que se le puede hacer a un mes tan particular, en el contexto actual es necesario reivindicar el proyecto de una sociedad igualitaria y justa por el que luchó el pueblo chileno. En este marco, es necesario reivindicar los 43 años del triunfo de la Unidad Popular.

Como estudiantes y personas que creen en un proyecto revolucionario, debemos ser capaces de reivindicar un sujeto que hoy en día está casi totalmente desalojado de nuestra sociedad, ese sujeto que se reconocía como parte del pueblo, y que se organizaba constantemente en pos de crear y aportar a un proyecto que pretendía alejarse de la explotación. Es en pos de ese mismo proyecto y de los sujetos que lo encarnaron, que en este nuevo número de “Tinta Rebelde” aparece la necesidad de seguir luchando contra los pilares del modelo educativo, de cuestionar el proyecto que sostiene nuestra universidad apostando a modificar las lógicas que en ella priman y de estar atentos a las transformaciones que ocurren en nuestro espacio más inmediato que es el campus JGM.



La tarea sigue siendo reconstruir la fuerza del pueblo que soñó y luchó por una sociedad distinta.


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