Editorial: ¿Sobre las tareas actuales del movimiento estudiantil

Tras el lento comienzo de un nuevo año en la universidad, después de un álgido 2011, nos encontramos con los primeros ápices que den cuenta de lo que pueda ocurrir con el movimiento estudiantil.

Las primeras actividades (en particular, la marcha con una alta convocatoria del 25 de Abril), nos motivan y entregan el puntapié para que algo pueda ocurrir este año. Sin embargo, surgen las preguntas ¿Cuál será la labor del movimiento estudiantil este año? ¿Cómo damos continuidad a lo acontecido en el 2011? Para responder estas dudas, tendremos que partir asumiendo que el enemigo es grande y que como movimiento tenemos que superar pronto nuestras debilidades y los errores para dar pasos firmes en pos de la transformación radical de la educación y el país.

Al buscar nuestras debilidades nos enfrentamos a dos líneas principales que están completamente relacionadas: la dispersión política y la desorganización. Cuando la organización de base aun es débil, no es posible dar

continuidad a los procesos y a un proyecto claro. De las muchas pegas del 2011 hoy pocas o casi ninguna queda en pie. La organización dista de ser fuerte y permanente, lo que da pie a que la iniciativa se de por arriba, entre dirigencias que “acarrean a una masa descontenta”. Por otro lado, necesitamos superar la dispersión de ideas y la falta de una política clara como movimiento: definir un pliego de demandas con un horizonte revolucionario, instalar efectivamente el conflicto educativo en la sociedad, definir estrategias claras de presión al ejecutivo, etc. Concretamente, las debilidades se traducen en una falta de incidencia en el movimiento por toda la organización de base: ¿acaso las discusiones de mi asamblea acaso llegan a incidir en lo nacional?

Es imperativo que todos seamos sujetos activos del movimiento y que definamos el rumbo que queremos darle, que hagamos política, acompañada de un

proyecto claro y transformador de las condiciones actuales de la educación

chilena. La apuesta no puede quedarse en sólo intentar cambiar nuestras formas de organización ni tampoco en definir a la rápida pliegos de demandas para “intentar ganar algo”. Si lo que quiere el

movimiento no es un capitalismo buena onda en la educación, debe aprender a pegar lo más fuerte que pueda, no cerrar nunca el conflicto y aprender al calor de la lucha.

¿Por dónde partir? Desde nuestra pequeña posición como colectivo, la apuesta que hoy hacemos es el trabajo territorializado, en las carreras, el campus y alrededores, donde el trabajo, la movilización y la cotidianeidad nos permiten hacer efectiva la construcción entre secundarios, universitarios y todo actor educativo. Porque debemos recomponernos, reconstruirnos y ser capaces de hacerle el peso a todo un modelo político y económico, no podemos saltarnos este proceso de crecimiento.

Ahora, que no nos baste con juntarnos a diagnosticar el problema, no podemos dejar pasar más tiempo para construir un Proyecto Popular de Educación que se empiece a agitar y a disputar al calor de la protesta. Un proyecto no es más que las claridades que nos unifican en la lucha y le dan sentido a las

acciones que podamos coordinar. La protesta, por su parte, debe superar sus límites actuales, dejar de ser individualidades en la calle, tener planes y formas claras de resistencia, lograr hacer presión efectiva, constituirse como un espacio de aprendizajes y de disputa al interior del movimiento.

La tarea actual de los estudiantes es constituirnos como el brazo estudiantil del pueblo trabajador, la mayoría de Chile. Seguir avanzando en claridades, lucha y organización porque ningún conflicto se ha cerrado. Saber que esto no lo podrán hacer representantes y dirigente por sí solos, sino que cada uno de nosotros sumando a todos los que estén a nuestro lado. De a poco vamos asumiendo que mientras avanzamos en la transformación de la educación nos prepararemos para una pelea mayor: porque el modelo no nos dejará cambiar la educación tan fácil, nuestra tarea revolucionar toda la sociedad chilena.