Semana mechona: Pan y circo
[ Reflexiones acerca de nuetra utilización de recursos como estudiantes ]
Estos días hemos visto que la semana mechona ha causado bastante revuelo, sobre todo por el “tradicional” viaje a Cartagua y la esperada fiesta de cierre de esta semana. Como muchos sabrán, en el 2012 se
gastaron cerca de 40 millones de pesos para estas fechas, y que este monto en el presente año ha sido causa de críticas y diversas reacciones al respecto.
Algunos han planteado que esta cifra es elevada y que se podría disminuir al eliminar la subvención por parte de la FECH en los gastos para esta semana; en tanto, algunos consideran que esa medida sería segregadora y “antipopular”; y, otros, no se casan con ninguna postura apelando a que esta decisión no ha pasado por todos los compañeros.
Creemos que estas cifras no deben dejar indiferente a nadie, sobre todo si consideramos las precarias condiciones en las que nos encontramos hoy como estudiantes de universidad estatal y que son solo 15 millones de pesos los que se reparten desde la FECH entre todos los CCEE para el año completo.
A modo de ejemplo, en el ICEI no contamos con el equipamiento técnico suficiente para un desarrollo adecuado de nuestras disciplinas, cuestión que también se refleja en que un número importante de académicos trabaje a honorarios, lo que demuestra la precarización del Instituto y la educación que imparte. No es menor que el ICEI reciba cerca de la mitad de la plata que recibe la FECH, y que aquello se reproduce en gran parte de nuestra Universidad.
Entonces nos preguntamos, ¿es acaso la forma más apropiada de utilizar nuestros recursos cuando vemos que hoy en día existen necesidades más inmediatas para nuestra formación como estudiantes? Volvamos de nuevo, hoy nuestra universidad está financiada en un importante porcentaje por nuestros bolsillos y los posgrados. Es curioso plantear que al no subsidiar la semana mechona, ésta se vuelve segregadora y deja fuera al estudiante popular. ¿No será acaso más segregador los elevados costos que debe asumir el estudiante, debido a la misma distribución que hoy existen de los recursos?
Nos llama la atención que la mayoría de los estudiantes de la Chile que nos abanderamos por la pelea de una educación gratuita, pero en la práctica molesta más que el carrete de bienvenida salga tan caro que la poca plata que destinamos para la organización estudiantil.
Hacer una crítica a la semana mechona, no es hacer una crítica a que el estudiante se divierta, lo pase bien y tenga dinámicas de esparcimiento y colectivización. Muy por el contrario, apostamos por la realización de estas dinámicas y creemos que son necesarias para la construcción de un sujeto estudiantil. Nuestra crítica se encuentra dirigida a problematizar nuestra coherencia entre el discurso y la acción, sobre todo entendiendo que la semana mechona es la instancia donde los que compañeros que ingresan a la universidad conocen las dinámicas estudiantiles, siendo su primer acercamiento con lo que es la vida universitaria.
Sin duda creemos que exigir una educación distinta, y pelear por ella no se limita a un par de marchas y a estar en paro unas semanas al año, pelear por cambiar la educación debe ir acompañado de una organización constante y de que nuestras prácticas concuerden con ello.
Por supuesto que las instancias de esparcimiento y colectivización pueden existir sin mal utilizar los fondos de toda la organización estudiantil. Existen diversos espacios a los que se pueden asistir que podrían aminorar considerablemente los costos (como por ejemplo ir de viaje a la laguna Caren). Tampoco seamos ingenuos para pretender que el carrete mechón es el espacio de “construcción y organización”, cuando la mayoría no se acuerda de gran parte de lo sucedido, y muchos no se verán otra vez. Volviendo a clases cada uno regresa a su rutina, a su carrera y a su espacio.
Es real que hoy como universidad precisamos de espacios de convergencia, donde se pueda construir comunidad y superar las barreras de los campus, lo que debe estar potenciado desde nuestra federación. Pero esto no puede quedarse en un hecho aislado una vez al año, ni puede quedarse en un despilfarro de energías y dinero en una recepción del primer mes, para que el resto del año no exista mayor interés por actividades que aporten a la construcción de nuestra universidad. Apostamos por un trabajo permanente, a través de una cotidianidad orientada a nuestro quehacer en pos de las transformaciones que pretendemos lograr desde las disciplinas que trabajamos y desde nuestro lugar como estudiantes.
gastaron cerca de 40 millones de pesos para estas fechas, y que este monto en el presente año ha sido causa de críticas y diversas reacciones al respecto.
Algunos han planteado que esta cifra es elevada y que se podría disminuir al eliminar la subvención por parte de la FECH en los gastos para esta semana; en tanto, algunos consideran que esa medida sería segregadora y “antipopular”; y, otros, no se casan con ninguna postura apelando a que esta decisión no ha pasado por todos los compañeros.
Creemos que estas cifras no deben dejar indiferente a nadie, sobre todo si consideramos las precarias condiciones en las que nos encontramos hoy como estudiantes de universidad estatal y que son solo 15 millones de pesos los que se reparten desde la FECH entre todos los CCEE para el año completo.
A modo de ejemplo, en el ICEI no contamos con el equipamiento técnico suficiente para un desarrollo adecuado de nuestras disciplinas, cuestión que también se refleja en que un número importante de académicos trabaje a honorarios, lo que demuestra la precarización del Instituto y la educación que imparte. No es menor que el ICEI reciba cerca de la mitad de la plata que recibe la FECH, y que aquello se reproduce en gran parte de nuestra Universidad.
Entonces nos preguntamos, ¿es acaso la forma más apropiada de utilizar nuestros recursos cuando vemos que hoy en día existen necesidades más inmediatas para nuestra formación como estudiantes? Volvamos de nuevo, hoy nuestra universidad está financiada en un importante porcentaje por nuestros bolsillos y los posgrados. Es curioso plantear que al no subsidiar la semana mechona, ésta se vuelve segregadora y deja fuera al estudiante popular. ¿No será acaso más segregador los elevados costos que debe asumir el estudiante, debido a la misma distribución que hoy existen de los recursos?
Nos llama la atención que la mayoría de los estudiantes de la Chile que nos abanderamos por la pelea de una educación gratuita, pero en la práctica molesta más que el carrete de bienvenida salga tan caro que la poca plata que destinamos para la organización estudiantil.
Hacer una crítica a la semana mechona, no es hacer una crítica a que el estudiante se divierta, lo pase bien y tenga dinámicas de esparcimiento y colectivización. Muy por el contrario, apostamos por la realización de estas dinámicas y creemos que son necesarias para la construcción de un sujeto estudiantil. Nuestra crítica se encuentra dirigida a problematizar nuestra coherencia entre el discurso y la acción, sobre todo entendiendo que la semana mechona es la instancia donde los que compañeros que ingresan a la universidad conocen las dinámicas estudiantiles, siendo su primer acercamiento con lo que es la vida universitaria.
Sin duda creemos que exigir una educación distinta, y pelear por ella no se limita a un par de marchas y a estar en paro unas semanas al año, pelear por cambiar la educación debe ir acompañado de una organización constante y de que nuestras prácticas concuerden con ello.
Por supuesto que las instancias de esparcimiento y colectivización pueden existir sin mal utilizar los fondos de toda la organización estudiantil. Existen diversos espacios a los que se pueden asistir que podrían aminorar considerablemente los costos (como por ejemplo ir de viaje a la laguna Caren). Tampoco seamos ingenuos para pretender que el carrete mechón es el espacio de “construcción y organización”, cuando la mayoría no se acuerda de gran parte de lo sucedido, y muchos no se verán otra vez. Volviendo a clases cada uno regresa a su rutina, a su carrera y a su espacio.
Es real que hoy como universidad precisamos de espacios de convergencia, donde se pueda construir comunidad y superar las barreras de los campus, lo que debe estar potenciado desde nuestra federación. Pero esto no puede quedarse en un hecho aislado una vez al año, ni puede quedarse en un despilfarro de energías y dinero en una recepción del primer mes, para que el resto del año no exista mayor interés por actividades que aporten a la construcción de nuestra universidad. Apostamos por un trabajo permanente, a través de una cotidianidad orientada a nuestro quehacer en pos de las transformaciones que pretendemos lograr desde las disciplinas que trabajamos y desde nuestro lugar como estudiantes.
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