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Balance Primer Semestre del 2013

Balance Primer Semestre

Durante el primer semestre del 2013 asistimos a una nueva coyuntura estudiantil a nivel nacional  y a nivel de la Chile, caracterizada por procesos de paralización y toma de establecimientos.  Si el año 2011 fue el año de la masividad, el 2012 el año de las propuestas, este 2013 ha sido hasta ahora caracterizado principalmente por una dispersión, expresada en la escasa articulación de los estudiantes en pos de un objetivo común, la carencia de una táctica pre-definida y la ausencia de una estrategia hacia donde seguir.  Esta dispersión ha afectado tanto a la lucha a nivel nacional como a los incipientes procesos de disputa que se han iniciado al interior de la Universidad de Chile. Ni el CONFECH ni el Pleno FECH han sido capaces de ejercer una fuerza conductora que dirija los esfuerzos de los estudiantes dispuestos a luchar hacia un norte claro.
Vimos como el primer semestre desde las dirigencias de la CONFECH el énfasis estuvo en hablarle al mundo de “los políticos” antes que a lo estudiantes mismos que constituyen sus bases. Así, de facto se ha impuesto una línea que ha puesto los esfuerzos en la “mediatización” de la lucha y la interpelación hacia candidatos presidenciales como tarea primordial. Desde las conducciones progresistas se ha generado un camino donde el movimiento depende cada día más de la capacidad de ceder que tenga un futuro gobierno y la mal llamada “clase política”, más que de su fuerza propia para empujar los cambios que busca concretar. Esto configuró un escenario donde la CONFECH ya no necesitó más a los estudiantes para realizar la maniobra. La táctica que se impuso de facto busca usar la institucionalidad como herramienta principal para concretar las demandas y no necesita por tanto de la fuerza estudiantil organizada, de ahí que los paros y tomas levantados por los estudiantes que buscaban mantener a flote al movilización se terminaron cayendo por falta de sentido y objetivos comunes.
A nivel de la Chile en particular se iniciaron diversos procesos que cuestionaban las manifestaciones de los pilares del modelo educativo en nuestra Universidad. Hubo facultades en los que por primera vez – en la corta, pero intensa historia de lucha –comenzaron a librar disputas tanto dentro como fuera de nuestra universidad. En Sociales se inició una crítica a la precarización de las carreras y un cuestionamiento al sentido del conocimiento. Mientras que en otros espacios como Ciencias pusieron énfasis en la falta de infraestructura y condiciones mínimas para estudiar (falta de libros en la biblioteca, falta de espacios techados para los estudiantes, etc.). En esta misma línea en Bachillerato se cuestionaron expresiones más propias de este problema como el acceso y la competencia generada por la distribución de cupos.
Estos procesos dan cuenta por un lado de una problemática común y estructural a toda nuestra educación: la mercantilización del conocimiento y por otro de un problema que afecta a toda la Universidad de Chile: la ausencia de un proyecto claro de Universidad y de sociedad.  A pesar de ello la dispersión del escenario ha impedido aún articular estas incipientes movilizaciones en una lucha común y decida por transformar la Universidad de Chile. El potencial de lucha manifestado en los compañeros dispuestos a transformar se mantiene disperso y sin una conducción común.
De este modo el principal aprendizaje que nos deja este primer semestre tiene que ver con la necesidad de dotar a nuestra capacidad de movilización de un norte común y claro que apunte a seguir enfrentando los pilares del modelo educativo en todas sus expresiones, a avanzar hacia transformación concreta a nivel de la Chile y a no desviarse de la acumulación de fuerzas que necesitamos para vencer.










¿Y este segundo semestre? ¿Qué?

Frente al escenario de dispersión que primó durante el primer semestre vemos la necesidad de tener objetivos claros para enfrentar este nuevo momento. En términos generales creemos firmemente que este segundo semestre debemos tener como objetivo principal el acumular fuerzas para enfrentar el reacomodo del modelo en lo político. En ese sentido no podemos permitir que se acentúe el desgaste de fuerzas producido por las lecturas erradas que primaron durante el primer semestre.
No es posible volver a  repetir errores como convocar a marchas sin objetivos definidos, entregar documentos que nadie ha discutido o mirar constantemente lo que ocurre en lo mediático como si fuera un indicador de las fuerzas del enemigo. Así, hacemos el llamado a superar las visiones cortoplacistas que se proyectan sólo hasta noviembre.  Después de las elecciones nuestro enemigo – el modelo económico – saldrá fortalecido, con mayor legitimidad, un gobierno con una cara más amable y un camino abierto para implementar medidas que vendrán a profundizar y mejorar el modelo educativo que tanto hemos venido criticando. ¿Y nosotros? Si seguimos en el camino trazado hasta ahora nos encontraremos con un movimiento estudiantil desgastado, disperso y con una enorme distancia entre las conducciones y sus bases.
Por eso planteamos la necesidad de reconstruir nuestra fuerza y acondicionar nuestras capacidades no únicamente para enfrentar la coyuntura electoral como se ha planteado hasta ahora, sino para anteponernos a los pasos del enemigo y construir la capacidad efectiva de iniciar una nueva ofensiva con objetivos claros, unidad en la lucha y una cohesión interna que nos permita en algún momento materializar la necesaria radicalización.
En ese sentido tenemos que ser capaces de mantener nuestra capacidad de disputa contra las manifestaciones del modelo educativo, canalizándola en procesos que nos permitan ir sumando más compañeros, acumulando experiencias y claridades y generando aprendizajes para la movilización.
Hemos visto como hasta ahora se ha desaprovechado el potencial que puede tener el unificar los diversos cuestionamientos que se han levantado al interior de la Chile y se ha obviado la posibilidad de actuar en unidad para enfrentar el problema común que nos afecta diariamente.
Porque la Chile no puede seguir siendo una universidad donde la pretensión de cambiar el mundo y de tener un rol social sea nada más que un bonito discurso. Porque el conocimiento no puede seguir relegado y siendo útil a la mantención de las condiciones que favorecen a los mismos de siempre. Porque los problemas de INAP, Bachillerato, Artes Visuales, Sociales y todas las facultades no pueden seguir esperando en un segundo plano. Porque no pueden continuar las grandes diferencias entre facultades rentables y las facultades empobrecidas.  Debemos alzar un proceso que nos permita ir fijando demandas comunes para transformar nuestra universidad entera.  Llamamos entonces a los estudiantes  que se movilizaron el primer semestre a llevar a la acción de una  vez por todas la idea de la unificación.
Creemos que es momento de definir claramente qué demanda vamos a impulsar en la universidad, apostando a sumar compañeros en el proceso y a ir sumando fuerzas, manos y claridades para vencer.

En el campus JGM tenemos la tarea urgente de generar claridades en pos de este proceso en nuestras asambleas, unificar nuestras posiciones en espacios de discusión comunes al campus y ser capaces de irradiar esta necesidad en conjunto con el resto de los espacios de la universidad. Lo decimos con claridad: es momento de pasar a la acción y dar de una vez por todas una lucha decidida al interior de la Chile. 



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