Hoy somos estudiantes, mañana trabajadores
A fines del siglo XIX, en Estados Unidos, la
ley prohibía trabajar más de 18 horas diarias, salvo en caso de necesidad. Es
decir, el dueño de la fábrica era quien definía cuando había necesidad.
Trabajadores y trabajadoras se organizaron en
demanda de una jornada laboral de ocho horas, donde su máxima era: “ocho horas para el trabajo, ocho horas para
el sueño y ocho horas para la casa”.
Más tarde, en el año 1868, el presidente de
Estados Unidos, Andrew Johnson, dicta la llamada ley Ingersoll que establece la
jornada de ocho horas para los empleados de oficinas federales y los
trabajadores públicos.
De esa forma la jornada laboral de ocho horas
pasa a ser un derecho para los trabajadores de oficinas federales y obras
públicas. Pero no para la gran mayoría de la población: trabajadores trabajadoras industriales que todavía se
hallan sometidos a una jornada laboral de 10 a 18 horasa.
El 1° de mayo de 1886 se llevó a cabo una
huelga general en Estados Unidos: 5.000 fábricas fueron paralizadas y 340.000
obreros salieron a las calles a vocear sus demandas. En la ciudad de Chicago
los sucesos tomaron un giro especialmente violento que culminó en la masacre de
la plaza Haymarket y en el posterior proceso amañado y ejecución de varios
obreros residentes de esa ciudad.
Estos hechos sacudieron al mundo entero: el 1°
de mayo se transformó en una jornada de conmemoración y lucha internacional.
¿Qué aprendizaje nos queda?
Debemos abocarnos a superar nuestras debilidades, potenciemos
nuestra organización y sentido de lucha, la cual nos hará más fuertes, más
creativos y más dignos para combatir este modelo de sociedad que cada día
explota a los trabajadores. Demos fin a la apatía, a la competencia y al
individualismo.
Por una
vida donde quepa el respeto, la justicia y la libertad
Luchando día a día se
construye la nueva sociedad!
LOS DERECHOS SOCIALES Y LABORALES NO SE CONCEDEN, SE CONQUISTAN!
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