¿EN QUÉ HA ESTADO Y EN QUÉ ESTÁ AHORA EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL?
Un balance para afrontar con claridad el segundo semestre
El siguiente artículo es la primera parte de una discusión más amplia, donde en primera instancia veremos elementos sobre la maniobra que ha seguido el movimiento estudiantil respecto de la publicación de pliegos reivindicativos o programáticos, mientras que en la segunda abordaremos directamente el contenido de estos documentos desde el 2010 hasta hoy.
Previo a la marcha del 5 de Septiembre en nuestras facultades e institutos muchos fueron los compañeros que planteaban que no estaba claro en qué estaba el Movimiento Estudiantil y más específicamente la CONFECH, en tanto organismo coordinador de las Federaciones Universitarias. Sin embargo esto no significa que las distintas apuestas políticas no estén operando en el escenario, sino que somos nosotros como estudiantes los que pasivamente hemos dejado pasar algunas cuestiones importantes.
Sin ir más lejos, ese mismo 5 de Septiembre luego de una marcha que oscila entre los 25 mil y 80 mil asistentes (dependiendo de si le creemos a la intendencia o a la propia CONFECH), se presenta públicamente un documento elaborado principalmente desde la UC, intentando tomar todos los insumos producidos por el Movimiento Estudiantil.
El documento se genera después de un primer semestre en que la conducción de la movilización estudiantil ha estado supeditada al contexto electoral y esta no es la excepción, pues el objetivo del mismo no tiene que ver con preparar al movimiento para una disputa o un escenario de negociación en posición de fuerza, sino para presentar a la ciudadanía (y a los candidatos) las “posiciones programáticas del movimiento estudiantil”.
En el CONFECH del 28 de Septiembre se determina una nueva fecha de Movilización para el 17 de Octubre, caracterizada en el marco de las elecciones donde se planteará que los conflictos sociales no se resuelven sin la participación de los actores sociales. Habrá que esperar cómo reaccionan nuestros espacios a este evento.
¿Por qué se ha supeditado la coyuntura estudiantil al contexto electoral?
Más que hacer una crítica a priori de electoralismos o de oportunismos, lo importante es reconocer cuáles son las lecturas y prioridades de las fuerzas más visibles y con mayor fuerza en la CONFECH. Para nuestra Universidad es relevante la posición de la UNE, de Izquierda Autónoma y de las JJCC.
En primer lugar, destaca que estas 3 fuerzas tienen apuestas parlamentarias: La UNE con Sebastián Farfán en Valparaíso; Izquierda Autónoma levantó 3 candidatos, Gabriel Boric por Magallanes, Francisco Figueroa por Ñuñoa y Daniela López también por Valparaíso; las JJCC tienen diversos candidatos al Parlamento, pero las más vinculadas al Movimiento Estudiantil son sin duda Camila Vallejo por La Florida y Karol Cariola por Recoleta e Independencia.
En segundo lugar, la UNE tiene como candidato Presidencial a Marcel Claude y apuesta por una CONFECH que sea abiertamente crítica a la candidatura de Bachelet, mientras que las JJCC claramente apuestan a lo contrario. Por su parte, si bien la Izquierda Autónoma no ha explicitado su apoyo a ninguna candidatura presidencial, ha sostenido una política cuyo eje central es mantener al movimiento estudiantil en la palestra mediática, apostando a su visibilidad en un contexto electoral y planteando ya en el mes de Mayo que el Gobierno de Piñera acabó y que por tanto no había nada concreto que disputar este año más que tensionar el escenario electoral desde el movimiento social.
Es precisamente por estas prioridades y por estas apuestas que hacia abajo la línea del movimiento se ha traducido en marchas periódicas que no buscan instalar ninguna reivindicación (o lo que es lo mismo, instalar cualquiera o instalarlas todas) y que luego del 5 de Septiembre ha desaparecido del mapa.
En nuestra Universidad el primer semestre se habló de una escalada ascendente de movilizaciones que tuvo dos expresiones: espacios que estuvieron en paro para alimentar la coyuntura nacional (como la Facultad de Derecho) y espacios que estuvieron en paro y/o toma tanto en base a las convocatorias nacionales, pero también en función de sus propios conflictos internos (Artes Centro, INAP, FAU, Bachillerato, Ciencias, etc). Sin embargo, si recogemos las declaraciones de nuestros dirigentes en todas las marchas del año, advertimos que nunca hubo un correlato con estos pequeños escenarios de lucha y que nunca se sobrepasaron las mismas banderas que se enarbolaron el 2011 (Educación Gratuita, Renacionalización de los RRNN) que hoy al ser simples consignas han sido absorbidas por algunos candidatos presidenciales sin mayores aportes programáticos.
Por tanto, en términos prácticos y en términos de contenidos, la movilización estudiantil este 2013 ha estado orientada a responder al escenario electoral más que a las lecturas sobre las necesidades y proyecciones de una lucha estudiantil antagónica al modelo.
Volviendo a los documentos del CONFECH: 2011 al 2013
Si queremos evaluar correctamente la última maniobra del CONFECH es necesario hacerlo en términos de su forma, de su significado político en la coyuntura, pero también en términos de su contenido y todo ello en perspectiva histórica.
El año 2011 se generó un petitorio en medio de las movilizaciones que atravesaban a todo el país, secundarios y universitarios en paros y tomas. Se inició con el ultimátum que hace la CONFECH al Gobierno cuyo plazo para responder sería el 21 de mayo de ese año.
En julio el Gobierno responde con el GANE (Gran Acuerdo Nacional por la Educación) que daría lugar a una mesa de negociación donde no se generó ningún acuerdo ni voluntad de ceder por parte del Gobierno. Frente a esto, la conducción (representada ese año fuertemente por las JJCC) presenta el GASE (Gran Acuerdo Social por la Educación), documento que no tuvo mayor repercusión entre los compañeros sino que fue generado precisamente en función del posicionamiento mediático que debía sostener el movimiento en conflicto.
El movimiento del 2011 comenzó a decaer luego de 7 meses de movilización donde, sumado al desgaste propio de cada espacio, se introdujeron presiones desde el Gobierno con respecto a la pérdida de beneficios socioeconómicos y del mismo año académico, donde muchos secundarios efectivamente perdieron el año por no acogerse al Plan Salvemos el año escolar.
A inicios del 2012, donde la vocería del movimiento estuvo centrada en Gabriel Boric (UCH, Izquierda Autónoma) y Noam Titelman (UC, NAU) se comenzó a hablar ya en enero de que este sería el “año de las propuestas”. El primer semestre estuvo marcado por el lobby en el Congreso y por la generación de propuestas técnicas principalmente en materia de reforma tributaria para financiar la educación gratuita.
Las marchas en comparación con el año anterior empezaron a decaer en cuanto a convocatoria (no volvimos a los 200 mil en la calle) pero sobre todo fueron caracterizadas por las vocerías como espacios de encuentro con un cariz eminentemente pacífico. La procesión hasta Estación Mapocho que terminaba en venta de chelas y cumbia en vivo, la pérdida del carácter de protesta de las marchas del movimiento.
El segundo semestre se inició con la tesis del Agosto Movilizado, propuesta principalmente de Izquierda Autónoma y la UNE, que consistió en un llamado a levantar las movilizaciones a nivel nacional y a generar una posición de fuerza que permitiera ganar ciertos puntos estratégicos que constituirían ganadas morales para el movimiento, como la derogación de los DFL que impiden la participación estudiantil y que afectan fundamentalmente a los compas de instituciones privadas.
Se emite un documento llamado “los 5 puntos” que no generó mayor repercusión y los paros no pasaron más allá de la primera semana de septiembre.
Este año, el documento presentado el 5 de septiembre tiene más bien el carácter de un programa que el de un petitorio, es decir, busca sentar las bases de un modelo educativo desde la mirada de los estudiantes más que demandas inmediatas que apunten a un enemigo en la coyuntura actual. Se plantean como propuestas a discutir por la ciudadanía y claramente permitiría a la conducción entablar un debate más directo con las distintas candidaturas.
El hecho de que el documento tenga un carácter programático implica que introduce algunas novedades interesantes: incluye propuestas para el educación parvularia, básica y media y se posiciona en debates más amplios, como la renacionalización del cobre, reforma tributaria y terminar con las AFP.
¿Cómo evaluar desde nuestros espacios esta maniobra?
Los objetivos que tenía el documento eran abrir la discusión programática sobre educación en el “mundo social” y reposicionar al movimiento estudiantil en el escenario nacional. Sin embargo, destacan las dificultades operativas que tuvo la CONFECH tanto para la elaboración del documento como para la logística de la movilización:
- Se pretendía entregar el documento en una marcha fijada para el 29 de Agosto, cuestión que debió posponerse luego de que se vieran las dificultades de convocatoria y que el documento aún no existía. La fecha de la marcha se cambia para el 5 de Septiembre y la convocatoria se concentra en Santiago.
- La última versión del documento se termina la noche antes de la Marcha, por lo que no fue la misma versión que algunos (muy pocos) espacios alcanzaron a discutir.
- La marcha, por otra parte, fue recaracterizada en el CONFECH del 31 de Agosto, donde se incorporó con fuerza que la Marcha sería también por los 40 años. De hecho circularon dos videos, el primero sobre las consignas generales del movimiento estudiantil (Gratuidad, etc) y otro especialmente dedicado a los 40 años llamando a la Marcha, con Benjamín Vicuña incluido. A dos días de la marcha no estaba claro exactamente por qué sería. Para la mayoría era simplemente una marcha CONFECH a la que hay que asistir si o si.
- La ACES se desmarcó del documento, en palabras de su vocera Isabel Salgado “nos restamos de lo que ha sido la propuesta lanzada desde el CONFECH, porque creemos necesario que se siga trabajando y se siga profundizando en las demandas pero con todos los sectores de la sociedad”, cuestión que llama la atención cuando precisamente en el documento se plantea que “no es un recetario final, es una invitación a debatir la educación que queremos”. ¿Es un documento que abre efectivamente el debate? ¿Es un documento que ha logrado dinamizar en función de su creación la discusión de los diversos actores sociales y del movimiento estudiantil? A nuestro juicio eso no ha ocurrido y en base a las discusiones de los últimos plenos y Confech, nadie aspira a que el contenido del documento siga siendo revisado por las bases estudiantiles al menos este año.
En contraste con estos elementos el presidente de la U. de Valparaíso dijo que “este documento contiene la maduración más convergente del movimiento estudiantil respecto de lo que sería una propuesta educativa. En este documento está la educación gratuita, la democratización de nuestras instituciones, la forma en la cual queremos desmunicipalizar sin privatizar, la forma en la cual queremos que el Estado se relacione, la vigencia del CRUCH como una organización, cómo queremos que sea la institucionalidad educativa en Chile, esperamos que haya una respuesta desde el mundo social, que se sientan convocados por este documento y hacemos un llamado al respaldo de este documento”.
¿Qué ocurrió en algunos espacios de JGM?:
La mayoría de nuestras facultades volvió de vacaciones la última semana de Agosto, otras no tuvieron vacaciones y por tanto hasta la semana de la marcha todavía habían espacios cerrando semestre. Dentro de este escenario fueron muy pocas las asambleas y pocos los compañeros que discutieron el documento. En los espacios donde se discutió se criticó que este no fuera el documento final a sólo días de la marcha.
Con respecto a la maniobra, entonces, si para la conducción este documento es una evolución o un avance, para nosotros es más bien un síntoma del estancamiento e incluso retroceso del Movimiento estudiantil, que no ha sido capaz de salir del marco de las candidaturas y abrir un debate real sobre la crisis de la educación que en nada se ha superado, pues para ello se requiere una actitud de lucha, un movimiento que salga a la calle a demostrar la fuerza necesaria para transformar y no sólo para hacerle guiños a las diversas candidaturas o para ser el simple telón de fondo de dirigentes que no se han hecho cargo precisamente de las tareas fundamentales del período.
El argumento de “el documento no se ha discutido” que planteó la ACES es así mismo débil, pues el problema no radica necesariamente en cuántas asambleas efectivamente se realizaron para la construcción del documento hoy, sino las razones por las cuales se prioriza apurar un documento en vez de potenciar la discusión en los espacios de base. Si estuviéramos en un escenario de conflicto donde una negociación exige respuestas rápidas y certeras, la discusión estaría puesta más en el contenido del documento más que en el cómo se validó o construyó, por ejemplo.
El objetivo de mantener al movimiento en la palestra mediática es más bien mezquino, pues en este momento lo fundamental es acondicionar a nuestros espacios para hacerle frente a lo que será la iniciativa programática del próximo Gobierno de Bachelet, profundizando nuestras demandas, recomponiendo nuestros lazos territoriales, generando capacidades de lucha frontal en contextos de protesta y generando experiencias de lucha en nuestros espacios que den vida a la necesidad de luchar y construir otra educación.
Como estudiantes tenemos la tarea de tensionar no solo al modelo, sino también a nuestros representantes en todos los niveles para que efectivamente el Movimiento Estudiantil vuelva a ser un actor en lucha. No podemos seguir asistiendo a las manifestaciones por costumbre, no podemos seguir esperando a que nos convoquen a una asamblea para discutir ni que los Centros de Estudiantes por sí solos materialicen las actividades o iniciativas que a veces se nos ocurren pero que no concretamos. Es cierto que los últimos meses la pasividad nos ha carcomido las ganas. Es momento de romper también con nuestra pasividad.