Sep
11
Balance Primer Semestre del 2013
Balance Primer Semestre
Durante el primer
semestre del 2013 asistimos a una nueva coyuntura estudiantil a nivel
nacional y a nivel de la Chile,
caracterizada por procesos de paralización y toma de establecimientos. Si el año 2011 fue el año de la masividad, el 2012 el
año de las propuestas, este 2013 ha sido hasta ahora caracterizado
principalmente por una dispersión, expresada
en la escasa articulación de los estudiantes en pos de un objetivo común, la
carencia de una táctica pre-definida y la ausencia de una estrategia hacia
donde seguir. Esta dispersión ha
afectado tanto a la lucha a nivel nacional como a los incipientes procesos de
disputa que se han iniciado al interior de la Universidad de Chile. Ni el
CONFECH ni el Pleno FECH han sido capaces de ejercer una fuerza conductora que
dirija los esfuerzos de los estudiantes dispuestos a luchar hacia un norte
claro.
Vimos como el
primer semestre desde las dirigencias de la CONFECH el énfasis estuvo en
hablarle al mundo de “los políticos” antes que a lo estudiantes mismos que
constituyen sus bases. Así, de facto se ha impuesto una línea que ha puesto los
esfuerzos en la “mediatización” de la lucha y la interpelación hacia candidatos
presidenciales como tarea primordial. Desde las conducciones progresistas se ha
generado un camino donde el movimiento depende cada día más de la capacidad de
ceder que tenga un futuro gobierno y la mal llamada “clase política”, más que
de su fuerza propia para empujar los cambios que busca concretar. Esto
configuró un escenario donde la CONFECH ya no necesitó más a los estudiantes
para realizar la maniobra. La táctica que se impuso de facto busca usar la
institucionalidad como herramienta principal para concretar las demandas y no
necesita por tanto de la fuerza estudiantil organizada, de ahí que los paros y
tomas levantados por los estudiantes que buscaban mantener a flote al
movilización se terminaron cayendo por falta de sentido y objetivos comunes.
A nivel de la
Chile en particular se iniciaron diversos procesos que cuestionaban las
manifestaciones de los pilares del modelo educativo en nuestra Universidad.
Hubo facultades en los que por primera vez – en la corta, pero intensa historia
de lucha –comenzaron a librar disputas tanto dentro como fuera de nuestra
universidad. En Sociales se inició una crítica a la precarización de las
carreras y un cuestionamiento al sentido del conocimiento. Mientras que en
otros espacios como Ciencias pusieron énfasis en la falta de infraestructura y
condiciones mínimas para estudiar (falta de libros en la biblioteca, falta de
espacios techados para los estudiantes, etc.). En esta misma línea en
Bachillerato se cuestionaron expresiones más propias de este problema como el
acceso y la competencia generada por la distribución de cupos.
Estos procesos dan
cuenta por un lado de una problemática común y estructural a toda nuestra
educación: la mercantilización del conocimiento y por otro de un problema que
afecta a toda la Universidad de Chile: la ausencia de un proyecto claro de
Universidad y de sociedad. A pesar de
ello la dispersión del escenario ha impedido aún articular estas incipientes
movilizaciones en una lucha común y decida por transformar la Universidad de
Chile. El potencial de lucha manifestado en los compañeros dispuestos a
transformar se mantiene disperso y sin una conducción común.
De este modo el
principal aprendizaje que nos deja este primer semestre tiene que ver con la
necesidad de dotar a nuestra capacidad de movilización de un norte común y
claro que apunte a seguir enfrentando los pilares del modelo educativo en todas
sus expresiones, a avanzar hacia transformación concreta a nivel de la Chile y
a no desviarse de la acumulación de fuerzas que necesitamos para vencer.
¿Y este segundo semestre? ¿Qué?
Frente al escenario de dispersión que primó durante el primer semestre
vemos la necesidad de tener objetivos claros para enfrentar este nuevo momento.
En términos generales creemos firmemente que este segundo semestre debemos
tener como objetivo principal el acumular fuerzas para enfrentar el reacomodo del
modelo en lo político. En ese sentido no podemos permitir que se acentúe el
desgaste de fuerzas producido por las lecturas erradas que primaron durante el
primer semestre.
No es posible volver a repetir
errores como convocar a marchas sin objetivos definidos, entregar documentos
que nadie ha discutido o mirar constantemente lo que ocurre en lo mediático
como si fuera un indicador de las fuerzas del enemigo. Así, hacemos el llamado
a superar las visiones cortoplacistas que se proyectan sólo hasta noviembre. Después de las elecciones nuestro enemigo –
el modelo económico – saldrá fortalecido, con mayor legitimidad, un gobierno
con una cara más amable y un camino abierto para implementar medidas que
vendrán a profundizar y mejorar el modelo educativo que tanto hemos venido
criticando. ¿Y nosotros? Si seguimos en el camino trazado hasta ahora nos
encontraremos con un movimiento estudiantil desgastado, disperso y con una
enorme distancia entre las conducciones y sus bases.
Por eso planteamos la necesidad de reconstruir nuestra fuerza y
acondicionar nuestras capacidades no únicamente para enfrentar la coyuntura
electoral como se ha planteado hasta ahora, sino para anteponernos a los pasos
del enemigo y construir la capacidad efectiva de iniciar una nueva ofensiva con
objetivos claros, unidad en la lucha y una cohesión interna que nos permita en
algún momento materializar la necesaria radicalización.
En ese sentido tenemos que ser capaces de mantener nuestra capacidad de
disputa contra las manifestaciones del modelo educativo, canalizándola en
procesos que nos permitan ir sumando más compañeros, acumulando experiencias y
claridades y generando aprendizajes para la movilización.
Hemos visto como hasta ahora se ha desaprovechado el potencial que
puede tener el unificar los diversos cuestionamientos que se han levantado al
interior de la Chile y se ha obviado la posibilidad de actuar en unidad para
enfrentar el problema común que nos afecta diariamente.
Porque la Chile no puede seguir siendo una universidad donde la
pretensión de cambiar el mundo y de tener un rol social sea nada más que un
bonito discurso. Porque el conocimiento no puede seguir relegado y siendo útil
a la mantención de las condiciones que favorecen a los mismos de siempre.
Porque los problemas de INAP, Bachillerato, Artes Visuales, Sociales y todas
las facultades no pueden seguir esperando en un segundo plano. Porque no pueden
continuar las grandes diferencias entre facultades rentables y las facultades
empobrecidas. Debemos alzar un proceso
que nos permita ir fijando demandas comunes para transformar nuestra
universidad entera. Llamamos entonces a
los estudiantes que se movilizaron el
primer semestre a llevar a la acción de una
vez por todas la idea de la unificación.
Creemos que es momento de definir claramente qué demanda vamos a
impulsar en la universidad, apostando a sumar compañeros en el proceso y a ir
sumando fuerzas, manos y claridades para vencer.
En el campus JGM
tenemos la tarea urgente de generar claridades en pos de este proceso en
nuestras asambleas, unificar nuestras posiciones en espacios de discusión
comunes al campus y ser capaces de irradiar esta necesidad en conjunto con el
resto de los espacios de la universidad. Lo decimos con claridad: es momento de
pasar a la acción y dar de una vez por todas una lucha decidida al interior de
la Chile.
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