No conformarnos con la dispersión ¡ORGANIZADOS PODEMOS MÁS!

Es una necesidad analizar de manera crítica el nivel de organización que hoy presenta el movimiento estudiantil de nuestra facultad, de manera especial en un momento de movilización. Sacar conclusiones y aprendizajes nos permite rectificar nuestros errores y superar nuestras falencias. El esfuerzo lo realizamos teniendo como único objetivo la transformación profunda y radical de la educación, como forma de recuperar y reconstruir uno de nuestros derechos hoy negados, dando un paso hacia una nueva sociedad. Aspiración que no vemos solo como nuestra, sino como patrimonio del movimiento estudiantil.

No hace falta realizar un gran análisis para ver que nuestro proceso de movilización en la facultad se ha llevado a cabo de manera dispersa. Queremos mucho pero tenemos poco al alcance, damos muchas ideas pero la mayoría se esfuma. Al parecer en contra de nuestra voluntad, las actividades y acciones son pocas y el impacto es bajo. Si bien podemos celebrar aciertos, éstos se ven opacados por nuestras limitaciones si es que los vemos en perspectiva. No sacamos todo el prove-cho que podríamos de reuniones de las comisiones y asambleas. ¿Cuál es el problema?

Creemos que esto se debe a la ausencia de conducción en nuestra facultad. Y conducción no la entendemos como un grupo señalando al resto de los estudiantes hacia donde tienen que ir, muy por el contrario, se trata de un lineamiento reconocido y legitimado por la mayoría como lo correcto, bajo el cual, cada acción y cada nueva propuesta toma un sentido colectivo, ratificando o rectificado de una manera activa. En síntesis, la conducción es la expresión clara, por parte de cualquier voz, del norte que como facultad tenemos.

El problema de no tener un horizonte claro, es que cada grupo o individuo apunta hacia el lado que en el momento le parece el indicado, produciendo la fragmentación de nuestra organización. Y es justamente esto lo que ocurre, compañeros de primero y segundo participando, mientras que los compañeros de años superiores se restan. Comisiones que se asumen en posiciones contradictorias, restando todo lo que podrían sumar. Carreras que están presentes, apuntando todo hacia afuera, y carreras que no están, con prioridades en el ámbito interno. Muchos que se enfrascan en discusiones que muchas veces pierden relevancia y muchos que solo buscan la acción inmediata. Unos que piensan que todo se juega en la opinión de la ciudadanía y otros que apuntan hacia sumar a los compañeros que todavía hacen falta.

La pregunta es cómo vamos a avanzar si, al parecer, no estamos todos en la misma. Ante un contexto tan hostil como el actual y una transformación tan compleja y a la vez necesaria, la espontaneidad no sirve. Si seguimos poniendo siempre la perspectiva individual por sobre lo colectivo, vamos a seguir fragmentados, manteniéndonos irrelevantes, resguardándonos en lo simbólico, siendo inofensivos.

Podemos tener y tenemos diferencias, hay que discutirlas, pero tenemos más común que lo que nos separa, si podemos dar golpes con toda nuestra fuerza es un deber hacerlo. La conducción puede venir de cualquier voz en las asambleas, la autoría no es lo importante, lo importante es que sea un lineamiento, un norte claro que todos reconozcamos. En base a esa clari-dad es que planificamos y somos una fuerza colectiva. De otra manera no se-remos más que gritos dispersos.

Por lo pronto, nuestros desafíos inmediatos son:

1. Definir con claridad nuestras demandas y propuestas

2. Construir consensos para la acción en pos de nuestros ob-jetivos

3. Hacer análisis sobre nuestras posibilidades y limitaciones en estas movilizaciones